Macrilandia: Apertura indiscriminada de las importaciones de cerdos.


Como en todos los sectores de la economía productiva la política de importaciones indiscriminada propulsada por el gobierno PRO terminará beneficiando a pocos frigoríficos cuyo objetivo es depreciar el precio que le pagan al productor, y de esa manera quedarse con una mayor porción del negocio. Un mosaico de la economía macrista.

El Gobierno habilitó las importaciones de cerdos, a pesar del autoabastecimiento. Hubo un crecimiento del 211 por ciento. Esta política pone en peligro la subsistencia de pequeños productores.

“El estado de ánimo con el macrismo cambió un montón en el Interior. Desilusionaron a muchos chacareros”, le dijo Pablo Paillole, productor de cerdos y director de la Federación Agraria (FAA). Las únicas medidas adoptadas por el Gobierno nacional para el sector agropecuario (eliminación y quita de retenciones a las exportaciones de granos y carne, apertura indiscriminada de las importaciones y exportaciones) favorecieron a los grandes jugadores del sector. Los perjudicados fueron los pequeños productores y los consumidores de todo el país. La política liberal de apertura comercial encareció el consumo de carne vacuna, porcina, aviar. La consecuencia directa de este complejo escenario es una merma en el consumo. La crisis tardará algo más en tocar a la puerta de la Casa Rosada, pero viene marchando desde el interior profundo.

El gobierno nacional habilitó la importación indiscriminada de cerdos, mayormente de Brasil. El presidente de la Asociación Argentina de Productores Porcinos, Juan Luis Uccelli, le envió una carta al Presidente Mauricio Macri en la que denunció que en lo que va del año las importaciones de cerdos crecieron un 211 por ciento, con una salida de divisas estimada en 14 millones de dólares, cuando la Argentina puede autoabastecerse de este producto.

De hecho, la producción y consumo de cerdos tuvo un crecimiento exponencial en los últimos diez años. Entre 2002 y 2014, la producción porcina tuvo un incremento del 158%, al pasar de las 171.000 toneladas a 442.000 toneladas. Esto significó que el sector de los chanchos pasara de representar el 5% de la producción ganadera total en 2002 al 9% en 2014. Casi que duplicó su peso a lo largo de toda la serie.

El crecimiento de la producción fue tan significativo, que según datos del Ministerio de Industria, permitió la reducción de las importaciones, de las 61.709 toneladas que se importaban en 2001 a sólo 8929 toneladas en 2014, o sea 85% menos. En la serie analizada, las ventas al exterior tuvieron un incremento exponencial al pasar de las 1605 toneladas vendidas en 2001 a las 7543 toneladas de 2014. Y el consumo interno obtuvo en este período (2002-2014) un salto del 114%.

Ahora, lo que parecía una virtud de una industria local con la participación de pequeños productores, que agregaba valor a la producción de maíz, está “Cambiando” de manera copernicana.

“Hace diez años que tengo un criadero de chanchos con mi hermano en Camino Aldao (Córdoba). Nosotros le vendemos a las carnicerías. Ayer mi hermano fue a la veterinaria y le querían vender bondiola congelada como fresca y milanesas ya preparadas de cerdo que habían llegado de Brasil. Están importando cualquier cosa”, sostuvo Paillole.

El director de la Federación Agraria realizó la misma observación que el titular de la Asociación de Productores de Porcinos, que están vendiendo un producto como fresco cuando en realidad llegó al país congelado. Pero Uccelli fue más allá en su denuncia. Le dijo a Macri que esas importaciones ingresaban al país sin los controles sobre el Síndrome Reproductivo Respiratorio Porcino. “Curiosamente, a la carne que ingresa al país no se le realizan los controles a pesar que la enfermedad puede transmitirse”, sostuvo Uccelli en su carta a Macri.

Frente al aumento de la carne vacuna, impulsado por la especulación de los exportadores que empezaron a privilegiar las ventas al exterior que el consumo interno, los trabajadores sustituían las proteínas animales con cerdo. Sin embargo, también se frenó el consumo de cerdo, según narró el director de FAA. “De cuatro capones de 100 kilos que le vendíamos a las carnicerías, pasaron a comprarnos uno solo. La caída del consumo es notoria. A eso sumale las importaciones. Un desastre”, agregó Paillole.

La política de importaciones indiscriminada terminará beneficiando a pocos frigoríficos cuyo objetivo es depreciar el precio que le pagan al productor, y de esa manera quedarse con una mayor porción del negocio.

Sebastián Premici.

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