El gobierno PRO de Macri pierde apoyo de cara a las elecciones de octubre (2017)


Después del febrero negro (Correo Argentino, Avianca, Arribas) y del marzo de las 6 Plazas de Mayo, el gobierno PRO de Macri se endurece por la necesidad de imponer su plan económico, los topes en las paritarias, en especial la de los docentes. Paralelamente, una mayoría de encuestadores sostiene que sus políticas de endurecimiento y represión tienen que ver con que le va mal en la economía y porque, en general, no exhibe logros de gestión. Los consultores sostienen que ante ese cuadro económico, la administración de Cambiemos necesita una identidad electoral y la busca en la confrontación, en especial con el kirchnerismo. 

La estrategia es trasladar lo que no consiguió en el plano económico a la política, incluyendo en este último aspecto las llamadas a imponer un supuesto orden y acelerar los fallos de Comodoro Py, casi en su totalidad alineado con la Casa Rosada o el anti-kirchnerismo. 

Manuel Mora y Araujo, titular de Ipsos-Mora y Araujo, sostiene que “el gobierno necesita mostrarse fuerte en algún plano. Esta claro que el económico no es su fuerte. Entonces, ante este cuadro social que gran parte de la sociedad percibe como caótico y amenazante, el gobierno puede obtener algún rédito levantando con firmeza la bandera del orden. Para ello, debe evitar caer en conductas autoritarias. Esperando que los indicadores económicos recuperen una tendencia a la mejoría, el gobierno tiene que buscar buenas noticias en otro lado. Comodoro Py es una fuente para encontrarlas".

“Sin lugar a dudas el Gobierno Nacional en estas últimas semanas ha endurecido su postura y se corre día a día y cada vez más a la derecha –señala Roberto Bacman, director del Centro de Estudios de Opinión Pública–. Hay durísimos ataques a la oposición, acusaciones de actitudes mafiosas a los dirigentes gremiales que convocaron al Paro Nacional; y al mismo tiempo represión a la protesta social y gremial y una postura sumamente inflexible frente al conflicto docente, una herida abierta que lleva más de un mes y se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los argentinos. Lo que explica esto es que 16 meses atrás Mauricio Macri asumía con muy buenos números en la opinión pública. Pero el tiempo pasa y las cosas cambiaron. Y vaya si cambiaron. En la actualidad los que se definen como oficialistas se ubican en el 36%, los opositores han crecido hasta casi el 45% y la popularidad del presidente cayó 20 puntos. La economía no ha traído, en lo que va de la gestión, buenas noticias: siete de cada diez argentinos están disconformes, la inflación y la desocupación es lo que más los preocupa, y para colmo de males en este último mes se agregó un nuevo desvelo, una fuerte percepción de que los salarios no alcanzan para llegar a fin de mes”.

Artemio López, cabeza de la consultora Equis, sostiene que el gobierno de Cambiemos tenía un plan A, que era ayudar a la constitución de una oposición Macri-friendly. “Por eso el Presidente llevó a Sergio Massa a Davos y hasta pensó en que iba a encabezar el peronismo. Ese plan naufragó por la pobre perfomance socioeconómica del Gobierno. Estar cerca de la Casa Rosada ya no rinde. Tras el colapso del plan A, el Gobierno asume lo que está en el tablero: divisiones irreconciliables en la sociedad y el crecimiento de Cristina Kirchner como principal opositora. Asume el ciclo de polarización y avanza contra formas diversas de oposición sobre dirigentes sindicales, y sociales, siempre como una derivación de su confrontación con Cristina Kirchner y para garantizar la profundización del ajuste, la baja del nivel de empleo de los trabajadores y la caída sistemática del salario real. Son dos objetivos irrenunciables. Como efecto colateral positivo para el gobierno neoliberal, la persistencia de niveles de rechazo importantes de un sector de la comunidad hacia Cristina, sindicalistas y referentes sociales le permite amortiguar en parte el impacto socioeconomico muy negativo del ajuste”.

Ricardo Rouvier, que encabeza Rouvier y Asociados, afirma que “el gobierno tuvo en marzo su peor mes, y sintió una escalada de la queja social que lo dejó congelado, sin iniciativa. En ese punto, la gobernabilidad encendió una luz de alarma. Ante las elecciones el gobierno quiere recuperar solidez, capacidad de acción y decisión; considerando que la situación socioeconómica no genera adhesión por parte de la población, debe seguir apoyarse en la contraposición entre el presente y el pasado. La acción más punitiva del Estado ante la protesta, se funda en satisfacer un reclamo de segmentos que forman parte del consenso del macrismo y que apuntan a un orden social conservador; hoy interpelado por el conflicto sindical, y la huelga docente".

Ignacio Ramírez, director de la maestría de Opinión Pública de Flacso cree que “el Gobierno le ha cambiado el estatuto al kirchnerismo –señala Ramírez–, ya no lo representa únicamente como una pesada herencia cuyos efectos nocivos está purificando sino que ahora lo desplazó hacia el presente y lo proyectó al futuro: el kirchnerismo puede volver en cualquier momento. En suma, no pide un voto para convalidar un rumbo de gestión, pide un voto para proteger a la República del retorno de las mafias; República vs mafias es el clivaje simbólico con el cual Cambiemos simplifica y ordena de manera binaria la competencia política. Cambiemos gestiona el campo de batalla, dando visibilidad a los actores con los que quiere confrontar e invisibilidad a los que prefiere ignorar. Sin dudas al Gobierno le conviene la grieta, ya que consigue evitar parcialmente que las elecciones sean un gran debate público sobre lo realizado por el Gobierno Nacional hasta el momento”.

Para Fernando Zack, que hoy está al frente de Analogías, “la estrategia de polarización es un reconocimiento tácito de que la economía no va a dar réditos electorales. Por ello, el Gobierno decide abandonar la promesa electoral de unir a los argentinos para implementar una estrategia política de confrontación con el kirchnerismo y de represión a los movimientos sociales y organizaciones sindicales que manifiestan en el espacio público su disconformidad”.

Paralelamente, confía en la aceleración de diversas causas judiciales que involucran a dirigentes de sectores opositores con el objetivo de erosionar la legitimidad que aún mantiene el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en un amplio sector de la sociedad. En los meses que siguen, se verá si resulta suficiente para contrarrestar las malas noticias que vienen del frente económico y que golpean el poder adquisitivo de toda la sociedad y también de sus propios votantes”.

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