La pobreza que baja en Macrilandia.


Macrì inauguró su mandato prometiendo que alcanzaría la mítica pobreza cero, que no imperaba ni siquiera en 1974, al cabo de los 30 años gloriosos del capitalismo. Desde entonces se la pasa aclarando que puede llevar varias décadas lograrlo pero que es el irrenunciable horizonte que acicatea al caminante en la dirección debida.

Lejos de ser un error de comunicación se trata de un plan. Luego de un apagón estadístico de seis meses en los cuales el INDEC sólo trabajó a puertas cerradas, recalculando cada variable para exorcizar la etapa anterior y seguir haciendo lo mismo pero sin jactancias ni insultos, Macrì sobreestimó la pobreza en más de 30 % como consecuencia de la pesada herencia recibida y con esa expresión de candor que tan buenos resultados le ha dado, dijo que quería ser juzgado por el éxito que tuviera su gobierno para bajar esa elevada pobreza. Por supuesto, primero la aumentó, con el lápiz de la contabilidad creativa que encontró en el cajón de un ex. Si cada uno pudiera elegir el terreno en disputa sobre su legado, todo sería más sencillo y la capacidad de asombro sólo duraría los primeros meses.

Para Artemio López, de la Consultora Equis, la baja de 6,5 puntos en la pobreza es parte del discurso de legitimación de la gestión PRO. Sin embargo López no cuestiona el 25,7% suministrado por el INDEC. “Irreal fue el que informara al inicio de la gestión neoliberal como herencia K de 32,2% de pobreza y 6,3% de indigencia. Según Cifra (el centro de FLACSO y la CTA que nunca fue complaciente con la intervención en el INDEC) al asumir Macrí la pobreza por ingresos ascendía a 19,4% y la indigencia al 4,4%.


De ahí al 25,7 actual la pobreza por ingresos creció 5,5% en el bienio de Macri, aumento compatible con la caída en igual lapso de 11% en el poder adquisitivo de la Asignación Universal por Hijo, 7% de jubilaciones y pensiones, y entre 4,2% y 7,3% de los salarios formales, según las estimaciones de CIFRA y de la Universidad Nacional de Avellaneda, UNDAV y el aumento de 2,5% de la informalidad, lo que supone que estos trabajadores reciben un salario que se ubica un 50% por debajo del promedio formal. López proyecta estos datos para una población de 43,8 millones de personas y “la incorporación en el bienio neoliberal de 2,4 millones de personas debajo de la línea de pobreza de los cuales el 24% son menores de 14 años”. Así como en 2016 bajó la inflación al doble, el mismo método le permitió a Macrì anunciar la reducción de la pobreza y el comienzo del crecimiento.



En el mismo sentido, Ricardo Aronskind entiende que al pasar del 19% que midió CIFRA hacia el final del gobierno de Cristina al 29% que informó el INDEC cuando dio por concluido el apagón informativo, el macrismo creó un colchón estadístico de pobres para presentar los incrementos reales de desocupación como logros. Contó para ello con el acompañamiento del Observatorio de la PUCA, cuya metodología sobreestima la pobreza. Todo es cuestión de metodología, dice Aronskind, quien considera una estupidez que algunos organismos internacionales midan la pobreza según si la gente gana uno o dos dólares por día. “Todesca y sus metodólogos pusieron un énfasis enorme en discontinuar las series anteriores. En otros temas están recalculando las estadísticas para comparar, pero en este no”. No hace falta más que un mínimo sentido de observación y sentido común para entender, como Mariano Kestelboim por ejemplo, que si el salario mínimo, que es el horizonte de muchísimos trabajadores, evolucionó menos que la inflación es muy raro que los salarios informales hayan subido el 31%, — como afirma el INDEC”. Aronskind, quien aclara que no es un especialista en pobreza, concluye que “reducirla mediante una generalizada redistribución regresiva del ingreso equivale a descubrir la cuadratura del círculo”.

Para el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el cálculo de la pobreza estimado por el INDEC adolece de una serie de inconsistencias metodológicas. Son tan gruesas que parecen deliberadas. En agosto de 2016 se modificó la composición interna en las proyecciones poblacionales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH): al incorporarse más adultos y quitarse menores de 18 años, se agrandó la Población Económicamente Activa y así se subestimaron la tasa de desocupación y la pobreza. También se minimizó el aumento de las tarifas, mediante la desactualización de la Encuesta de Gastos de Los Hogares, que es clave para calcular pobreza porque determina cuánto consumen de cada rubro – cuánto destinan al gasto en tarifas, cuánto en alimentos, transporte, educación, etc. Al desestimar la Encuesta de 2013 elaborada por el gobierno anterior y usar la de 2005, se generó un defecto de origen: la subestimación del peso de los servicios en la canasta básica total (CBT). Si bien se toma la variación de los precios del rubro, la ponderación al origen claramente subestima su significación.

El INDEC oculta la información sobre el mercado de trabajo (desocupación, desigualdad, pobreza) y posterga tres meses la publicación de los microdatos de la EPH, que permitirían cotejar afirmaciones llamativas como que suben más los ingresos de los que menos tienen. Según los datos de ingresos que se publican en la EPH, a nadie le habría ido mejor que a los deciles de ingresos cercanos a la línea de pobreza, un milagro que puede valerle el cielo a quien lo logre realmente. Tampoco están disponibles los microdatos correspondientes al cuarto trimestre del año pasado referidos a la EPH, ni la evolución de los precios de cada uno de los productos que mide el organismo.

También los indicadores socio-laborales contradicen una baja de la pobreza en los dos primeros años de Cambiemos. En 2017 el empleo y los salarios recuperaron una parte de lo perdido en 2016, lo que explica que haya habido una mejora en el índice de pobreza, entiende CEPA. Esa reducción era esperable para el segundo semestre de 2017, pero no su magnitud entre 2016 y 2017. Si se comparan los segundos semestres de 2017 y de 2015 una serie de indicadores socio-laborales muestran un empeoramiento de las condiciones de vida de la población:

* Ingresos de los beneficiarios de la AUH: -11%. El 60% de ellos están endeudados con créditos de la ANSES (contraidos desde julio de 2017).
* Jubilación mínima: -7%
* Salario de los trabajadores registrados (en promedio, según SIPA): -3%
* Salario Mínimo Vital y Móvil: -7%
* Salarios del conjunto de los ocupados (RIPTE): -3%
* Desocupación: 5,9% al último trimestre de 2015; 7,2% el último trimestre de 2017.
* Empleo no registrado: de 32,7% en 2015 a 34,6% en el último trimestre 2017.

Es de inferir entonces que la pobreza en el segundo semestre de 2015 era sensiblemente inferior al 25%.

El discurso político oficial busca desdeñar el impacto de las políticas redistributivas del gobierno anterior para reducir la pobreza y pretende instalar que el piso de pobreza “siempre ha sido del 30%”. Emilio Monzó mencionó en febrero de 2017 que “en 33 años de democracia, el peronismo gobernó el 90% y tenemos el 30% de pobres”. Sin embargo, Cambiemos habría logrado reducir la pobreza en casi 5 puntos (4,6 pp) en los últimos 2 años y con políticas de transferencia de ingresos hacia los sectores más ricos.

CEPA advierte que la alianza INDEC-PUCA fue clave para la primera etapa del gobierno de Cambiemos, pero que desde el desembarco de Nicolás Dujovne en Hacienda, el relevo de la PUCA ha sido el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (CEDLAS). Pero todos coinciden en que Cambiemos recibió el gobierno con el 30% de pobreza. Esa cifra entabla un diálogo con los datos de fantasía que pregona Guillermo Moreno, según quien la pobreza no pasaba de un dígito. Hasta algunos subnormales con micrófono salen bien parados con solo decirle: “Hablemos en serio”. Ese Centro y la carrera de Economía recibieron el perfil de Adolfo Sturzenegger (padre del actual presidente del Banco Central y como él integrante del equipo de Domingo Cavallo hace tres décadas), de Ricardo López Murphy y de Alberto Porto. De allí proviene el viceministro de Hacienda, Sebastián Galiani. Otro de sus integrantes, Guillermo Cruces, recibió un sobresueldo de 150.000 pesos en Unidades Retributivas del Ministerio de Producción. CEDLAS no se había especializado en estudios sobre pobreza, pero en los dos últimos años apoyó con publicaciones propias las de INDEC. En 2010, un informe de CEDLAS sobre “Las asignaciones universales por hijo. Impacto, discusión y alternativas”, firmado por Leonardo Gasparini y Guillermo Cruces se refirió a una pobreza del orden del 20% en 2009, 30 puntos menos que en 2001.


Pero en marzo de 2017, recalcula y expone una caída similar de la pobreza (30 puntos) pero en un nivel diez puntos más alto: habría bajado del 60% al 30% al fin del kirchnerismo. De ser así:

* en la crisis de 2001 la pobreza habría llegado al 60%, cosa que según CEPA carece de sentido pero tiene buena prensa, por el tiempo transcurrido y por la muy crítica situación vivida en aquel momento, y;

* en ningún momento entre 2010 a 2015 habría bajado del 30%.


Esta sofisticada estrategia permite ocultar el salto de la pobreza desde noviembre de 2015. Al fijarse el punto de partida en 30% en abril de 2016 el INDEC midió 32%, sólo dos puntos porcentuales más y descalificó por sus presuntos escasos efectos la política económica del “peronismo”. Sin ninguna preocupación por la comparabilidad de los datos, ese trabajo es un modelo de acrobacia estadística. Con datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2015 miden 21% de pobreza ese año, pero al siguiente dan un salto hasta el 32%. Otro tanto ocurre en el informe de UNICEF sobre el impacto redistributivo de la AUH, que también elaboró CEDLAS.

Ese 21% refleja el valor real de la pobreza al concluir el kirchnerismo, en torno del cual coinciden Unicef, CIFRA, CEPA y CEDLAS. En el caso de CEDLAS publicaron esa estimación en forma despreocupada, porque al tratarse de un trabajo sobre impacto de la AUH y no en general sobre pobreza no se inquietaron por sus consecuencias. El dato coincide además con el 20% que CEDLAS había medido en 2009. Esto permite plantear un análisis con algún rigor, dejando de lado los dibujos insostenibles de quienes creen más en los gritos que en los datos.

Lo que hicieron Macrí y Dujovne fue revisar su serie hacia atrás, hasta llegar a un 60% de pobreza en la post crisis de 2001. De este modo reconocen la caída de 20 puntos de pobreza con el kirchnerismo, pero dejan este dato en la prehistoria de la discusión y afirman lo que verdaderamente les importa para esta etapa: que el punto de partida sea 30%.

Macri pide ser evaluado por la evolución de la pobreza y hace todo lo posible para que los datos oficiales no reflejen la realidad. Ni las jubilaciones, ni las pensiones no contributivas ni la Asignación Universal por Hijo tendrán un aumento en términos reales en el futuro dado el cambio del indicador de movilidad. Peor aún, si en marzo la inflación superó el 1,4%, estos beneficiarios habrán perdido poder adquisitivo en el primer trimestre del año. También los salarios van a perder poder de compra, ya que las estimaciones de inflación superan el 20% mientras que la mayoría de las paritarias se encuentran cerrando en el orden de 15%. Ni hablar del derrotero previsto por las tarifas. Sin confianza en el país, lo único que tiene por seguro el ministro Juan José Aranguren, es que seguirán aumentando.

Horacio Verbitsky.

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